miércoles, 26 de noviembre de 2008

Linea 33


Some years ago I wrote “Linea 33”. When I read it now I´ve got the feeling of looking trough a part of me that died long ago. I was naive and I had dreams… Nowadays many things have changed, but I still have that part of me which fights for achieving its dreams.
I would have loved to translate “Linea 33”, but I cannot do it. There is a kind of sentimental relationship with everythitng that I wrote which does not allow me to translate it. I want to thank everyone that did not believe in me at the time because they gave me the grip to write “Linea 33” during the worst period of my life.
You may think it is a good story or not but I wrote it and this fact makes me different from others.


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Hace algunos años escribí “Linea 33”. Cuando la leo ahora, tengo la sensación de estar mirando a través de una parte de mi que murió hace mucho. Era ingenuo y tenía sueños… Ahora muchas cosas han cambiando, pero aun poseo esa parte de mi que lucha por conseguir sus sueños.
Me hubiera encantado traducir “Linea 33”, pero no puedo hacerlo. Tengo una especie de relación sentimental con todo lo que hhe escrito que me lo impide. Quiero darle las gracias a todo la gente que no creyó en mi por aquella epoca porque me dieron la fuerza para escribir “Linea 33” durante la peor etapa de mi vida.
Quizá penseis que es una buena historia ó no pero yo la escribí y este hecho me diferencia de los demás.

Gracias Antonio `por tus correcciones, estabamos de acuerdo en casi todas ;).




Línea 33




Allí estaba otra vez, con su café solo, sus constantes ojeras y un papel en blanco tan incierto como su futuro. Sentado en la cafetería de la inhóspita facultad intentando-que no es sinónimo de conseguir-quedar impregnado de ese aire tan literario que comentan poseen las cafeterías. Pero el asunto se ponía duro y aquel papel en blanco era un agujero negro hacia ninguna parte.
Mientras las tazas y las cucharillas tintineaban a su alrededor, se veía veinte años después tras una mesa de oficina acordándose de la tarde en que renunció a ser escritor...
Quizá – pensó - una buena copa de ron sea, llegados a este punto, la única opción razonable, y mientras meditaba sobre la posibilidad de emborracharse lentamente.
Agotado apoyó su espalda sobre el respaldo de la silla, levantando en un gesto de inercia la mirada. Fue entonces cuando lo vio aproximarse desde el fondo de la cafetería. Pelo castaño, ojos del mismo color, quizá un poco más oscuros, barba selváticamente descuidada, y una expresión en su boca,- no sabría decir si era una sonrisa-. Caminaba como un bambú mecido suavemente por el viento. Tras su duditativa aproximación se quedo plantado a pocos metros de el , buscando en sus bolsillos los céntimos que con certeza no le alcanzarían para el café.Pero aquello era un puro ritual, casi siempre uno de los dos tenía para tabaco o café así que nuestro aspirante a escritor sabía que le tocaba correr con los gastos.
Mientras sin apenas cruzar un saludo se sentaba y tomaba posesión de tabaco ajeno, recordó la primera vez que había oído hablar de él entre los poetas más inconfesables de la facultad.Se rumoreaba que había elaborado un método infalible para la consecución de la felicidad. Cuando me atreví a preguntarle al respecto lo único que conseguí fue esa enigmática expresión en su boca.
Tras haber regresado de una profunda calada y tras algunos minutos de silencio, - dijo -¿Te he hablado alguna vez de mi fantástico viaje en autobús? La carcajada casi me hizo escupir el café, autobús solo evoca prisa, empujón, la brusquedad de abandonar el delicioso lecho para tomar un ataúd con ruedas al que se le podría calificar de cualquier cosa excepto de fantástico.
Me miró primero como si se sintiera ofendido, después sus ojos parecían compadecerse de mi, como si existieran demasiadas cosas que estaban más allá de mi entendimiento.
Te lo contaré de todos modos aunque me hayas dado sobrados motivos para no merecer mi historia. Esta bien, - mascullé desganado-......
Fue en una de estas tardes de marzo, cuando aun oprime la resaca del invierno y la primavera es una promesa apenas cumplida. Tome el autobús y me senté tras el conductor como es costumbre ya, mientras pensaba ensimismado en la existencia de Robinson. Pero al poco tiempo, percibí un extraño silencio- no hace falta que te diga lo inusual que es el silencio en un autobús del sur, mié tras los cristales en busca de un accidente o una manifestación, aunque no encontré nada anormal. Volví mi mirada a los pasajeros y noté una extraña serenidad en su calma ...
Retorné entonces al otro lado de cristal, y lo que vi me dejó perplejo. La ciudad que contemplaba distaba mucho de la de todos los días. Más bien recordaba a ciertas postales, o a la belleza siempre traicionera de los mejores recuerdos. La luz que caía lentamente dulcificaba las esquinas de los edificios, y la brisa que jugueteaba meticulosamente con las copas de los arboles parecía tener un suave tacto.
Mi sorpresa fue en aumento cuando observé a los habitantes de aquella ciudad; no eran los indiferentes rostros ignorados por la rutina o la desidia, eran todos personajes de una novela que hasta entonces no había sabido leer.
Y el conductor acariciaba el volante como si acariciara la crin de su caballo más querido, bajo su batuta la avenida fluía clara, limpia como el abrazo de los amantes...
Entonces aparecieron dos chicas con rebequita al hombro y su escudo de carpetas, caminando arrogantes como generales envanecidos por el peso de sus medallas. Mientras la gente se aparta para dejar pasar a tan dignas damas discuten entre ellas sobre el difícil equilibrio consistente en ser unas señoras en la calle y unas cualesquiera para todo lo demás.
Un viejo pasa a su lado de tan dignas damas y sardónico agita su sombrero de paja a modo de saludo. Camina avenida abajo con su bastón y la chaqueta de los domingos, casi puedo oler su loción de afeitar; piensa, últimamente, en sus 20 años y en la chica del notario, se pone un poco triste...,-que bella era la hija del notario-.Y yo le miro y pienso que no me importaría llegar a viejo para caminar avenida abajo con esa clase que no se aprende.
Otras dos chicas, estas más sencillas, intentan aparentar una elegancia descuidada y, en sus bolsos llevan cosidas unas estrellas rojas.Hablan de la revolución y de lo bonita que queda en los libros, pero mientras ríen y se dirigen al cajero van mascullando,-que bonita la revolución pero para todo lo demás master card-.En medio de todo aquello, cual alteración del paisaje, encaramado a un semáforo hay un hombre escapado del psiquiátrico,(único sitio de la ciudad donde se puede encontrar gente razonable),lleva gorra azul, ojos enrojecidos ,barba de 100 años y un pijama de preso .Señala con rabia indignada a algo que nadie acierta a ver .Y ese algo no es mas que la tristeza que todos llevamos a cuestas...
Finalmente veo salir de la galería de arte, una mujer que lleva su guitarra a cuestas, la brisa juguetea con su melena oscura y salvaje. Debajo de su mirada azul, lleva una sonrisa especial, parece que posee un maravilloso secreto, parece que finalmente ha comprendido lo que no se puede explicar. Y la gente la mira con envidia, contrariada, y yo le suplico al conductor que frene aduciendo haber encontrado a la mujer de mi vida.
Pero cuando consigo bajar del autobús, no está la chica, ni la avenida ni la ciudad parecen la misma. Aunque claro eso es ya otra historia...
Fue entonces que me quedé muy callado mirando a mi amigo, el hizo lo mismo .Hasta que entre los dos estalló un carcajada como una revolución.
Así que llegados a este punto mi colega y yo decidimos que lo único decente, por hacer, era reunirnos con los demás para intentar conseguir los céntimos que nos restaban para una botella de ron.

SGOR May 2003

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola primo!

No sabía que autobuses Rober ofrecía esa maravillosa experiencia al viajero de a pié. Debo volver a Granada para probar.

Bonito relato primo! Por cierto, demando noticias tuyas a la mayor brevedad posible.

PD estoy intentando grabar una cancion y para que la cuelgues en tu blog. De momento los primeros intentos están siendo un desastre. No coordino la voz y la guitarra a la vez, y cuando lo consigo pongo una mueca bastante irrisoria que no quedaría estética en un video.

Abrazos!

Sergio dijo...

Saludos primo!

Me alegro de que te gustara el relato. Los autobuses de Granada no suelen ofrecer experiencias agradables, pero como todo tienen sus excepciones... Te escibiré un correo en breve.

Un abrazo y gracias por tu benevolente crítica.

La Néant 虛無 dijo...

Hola, Sergio. Pude comprender la mayoría de las palabras en Línea 33. Descúlpame, pero es que el hombre de la primera parte sea un amigo del pasado? O es que el hombre sea tú mientras que estés mirando a ti mismo? Tal vez sea que solamente esté confundido por los tensos de los verbos. :S

Ni hablo ni leyo el español mucho estos días. :/

Sergio dijo...

Saludos, si te refieres al chico que el aspirante a escritor encuentra en la cafetería me refiero a un gran amigo mio, si te refieres al aspirante a escritor más bien soy yo. De todos modos me mezclo con ambos personajes ;). Espero más adelante traducirlo al Inglés para que puedas comprederlo mejor.

Un abrazo!

Red in Motion dijo...

Hi, nice to read your blogg. Is very beauty this story... Congratulations!

Are you from Granada, Spain?

Nice Place and people tender, and nice too.

Your cousin Juan Pedro is a terrific guy...

Best regards and enjoy to writte!

Sergio dijo...

Gracias, me alegro de que te haya gustado, he echado un vistazo a tu blog y tiene buena pinta. Cuando tenga máas tiempo ya comentaré... Y si soy de Granada,España. Saludos!!

Anónimo dijo...

Hola primo:

Estoy releyendo el relato. La frase que cito abajo me suena a flaqueza del Bolchevique. ¿Te inspiraste en ella o no la habían estrenado por aquel entonces?

"Mientras las tazas y las cucharillas tintineaban a su alrededor, se veía veinte años después tras una mesa de oficina acordándose de la tarde en que renunció a ser escritor..."

No contestes si no quieres, es la típica pregunta que se le ocurre a uno en una mañana de resaca.